Querido Cuaderno: hoy las fuerzas me fallan para continuar el viaje. Me he despertado al alba porque la procelosa mar no dejaba de bramar en mi oído. Parecía querer advertirme, a gritos, de que esta jornada no tendría nada de normal…
(RÁFAGA)
Me tiemblan las piernas. Cuando salgo a cubierta, mis canijos tobillos comienzan a moverse sin ton ni son, y reacciono como niña asustadiza corriendo hacia el camarote, como si meterme entre cuatro paredes me protegiera de no sé qué futuro incierto.
Y es que no entiendo qué me pasa hoy, que respirar la brisa marina, ese aroma de libertad, hace que recorra mi cuerpo una desazón angustiante. Influye también ese eterno horizonte que nunca desaparece de la retina… dios, ¿cómo no estremecerse ante lo que pueda ocurrir detrás de esa fina línea?
(RÁFAGA)
Pero esta repentina fobia a los espacios abiertos no me nubla la razón. Soy consciente de que refugiarme en las entrañas del barco no me protege de nada ni de nadie. Porque la dura realidad es que no sé qué misterios oculta este armazón de madera, y haberlos haylos. De hecho, en ocasiones temo que esta nave no haya sido más que un barco fantasma, del cuál todos conocen, todos han oído hablar, pero que ninguno ha llegado a ver.
(RÁFAGA)
(RÁFAGA)
Me tiemblan las piernas. Cuando salgo a cubierta, mis canijos tobillos comienzan a moverse sin ton ni son, y reacciono como niña asustadiza corriendo hacia el camarote, como si meterme entre cuatro paredes me protegiera de no sé qué futuro incierto.
Y es que no entiendo qué me pasa hoy, que respirar la brisa marina, ese aroma de libertad, hace que recorra mi cuerpo una desazón angustiante. Influye también ese eterno horizonte que nunca desaparece de la retina… dios, ¿cómo no estremecerse ante lo que pueda ocurrir detrás de esa fina línea?
(RÁFAGA)
Pero esta repentina fobia a los espacios abiertos no me nubla la razón. Soy consciente de que refugiarme en las entrañas del barco no me protege de nada ni de nadie. Porque la dura realidad es que no sé qué misterios oculta este armazón de madera, y haberlos haylos. De hecho, en ocasiones temo que esta nave no haya sido más que un barco fantasma, del cuál todos conocen, todos han oído hablar, pero que ninguno ha llegado a ver.
(RÁFAGA)
Querido Cuaderno: La quimera ha podido conmigo… quizá no sea capaz de superar este viaje espacio-temporal… y eso que intento echar raíz con fuerza en cada rincón del camarote…, pero si al final ocurre… si desaparezco… en tus ondas hertzianas dejo constancia de mi paso por esta casa de alta mar… de la que sólo espero que no se convierta en Holandés Errante, y que algún día su ancla consiga aferrarse en el puerto de mi más que nunca deseada Ciudad Invisible.
FUNDIR ENTRE LAS PAREDES DEL SONIDO