Wednesday, October 25, 2006

EL PAIS DE LAS FORMAS GEOMETRICAS

En una esquinita de un planeta, de esos muy... muy... lejanos al nuestro, ... un día ... descubrí el país de las formas geométricas. Este país tenía tres ciudades: la ciudad de los cuadrados, la ciudad de los círculos y la ciudad de los triángulos.

Los habitantes de la ciudad de los cuadrados vivían en cajas de todo tipo de materiales. Todo en este país era cuadrado por lo que sus casas también eran cuadradas. Las familias de cuadrados más ricas tenían cajas de madera o metal, y aquellas más pobres vivían en frágiles cajas de cartón. Todos los habitantes de la ciudad eran cuadrados, algunos ... los abuelos y padres ... eran grandes cuadrados, y otros ... los niños y enanitos ... eran pequeñitos, pequeñitos. Había cuadrados amarillos, negros, blancos, verdes y de todos los colores que te puedas imaginar. Los grandes padres cuadrados iban con sus pequeños hijos cuadraditos en coches cuadrados. ¡Incluso las ruedas eran cuadradas!

Pero los cuadrados de esta ciudad muchas veces se quejaban de que sus vecinos de la ciudad de los círculos eran más bellos. Los cuadrados tenían envidia de cómo caminaban los círculos. Y es que los círculos rodaban y rodaban tranquilamente por las calles, y podían ir muy rápido, porque no tenían esquinas que les frenaran como tenían los cuadrados. Además los círculos tenían unas casas preciosas. Algunos vivían en grandes pelotas de colores, con las que podían viajar por su ciudad, y otros, los que tenían más dinero, habían comprado enormes globos, también de muchos de colores, en los que tenían su casa y con los que recorrían los cielos de toda la ciudad.

Pero los círculos no estaban tan contentos de la forma que tenían sus cuerpos. Cuando se miraban a los espejos de sus casas-globo o sus casas-pelota, deseaban no ser tan redondos. Se veían gordos e hinchados y, por el contrario, envidiaban a los habitantes de la ciudad de los triángulos. Para los círculos, los triángulos eran esbeltos y bellos, con un gran pico en su parte superior que les daba una altura que a los círculos les asombraba. Los círculos estaban cansados de ser iguales por todas sus partes... sin embargo, ... !que bellos eran los triángulos!, que tenían dos lados iguales y largos y otro cortito, cortito, en el que se apoyaban. Sin duda, para los círculos... ¡los triángulos tenían un cuerpazo digno de envidiar!.

Pero ... ¿qué pasaba con los triángulos? Ellos vivían en altas pirámides desde donde podían observar todo el país. Veían a sus vecinos los círculos rodando por las calles de su ciudad, y a los cuadrados en su ciudad llena de cajas y cajas. Los triángulos estaban contentos con las casas que tenían, con su ciudad, con su alto pico que tenían en la cabeza... pero hasta ellos envidiaban algo... envidiaban los cuatro lados que tenían los cuadrados y que ellos no tenían. Los triángulos tenían sólo tres lados y, además, ni siquiera eran iguales, dos de ellos largos, pero uno era muy pequeñito y deforme. Sin embargo, ¡los cuadrados eran tan perfectos! Sus vecinos tenían cuatro lados exactamente iguales, ninguno más largo que otro, y todos igual de bellos.

!El país de las formas geométricas era un caos! Los cuadrados querían ser como los círculos, los círculos como los triángulos y los triángulos envidiaban a los cuadrados.

Un buen día, el dios de todas las formas geométricas, el que las había creado y diseñado, el dios Lápiz, decidió que era hora de unir las tres ciudades y que los cuadrados, círculos y triángulos vivieran juntos y en unión.

Los primeros meses fueron complicados. Los triángulos pinchaban los globos de los círculos, los cuadrados se quejaban de que los círculos iban muy rápido por las calles, y muchísimos problemas más. Pero pasó el tiempo... y se acostumbraron a vivir juntos. Al cabo de los años se formaron parejas de cuadrados y círculos, de triángulos y cuadrados, de círculos y triángulos... y de dicha unión nacieron las más bellas formas geométricas jamás pensadas. Nacieron rectángulos, rombos, hexágonos, ... y todas las formas geométricas que te puedas imaginar. Eran todos tan distintos que ninguno de ellos volvió a pensar en las diferencias que tenía con los otros.

ANTES...

Antes de ti
yo ya existía,
antes de ti
¿no lo sabías?
yo ya cantaba,
yo ya mentía,
yo ya soñaba,
antes de ti
yo ya jugaba,
yo ya reía,
ya suspiraba
si me quitaban
la ilusión,
claroq ue sí
¿quién lo diría?
antes de ti
ya estaba yo.

Antes de mí
tu ya vivías, antes de mí
¿no lo sabías?
tú ya besabas,
tú ya crecías,
tú ya apostabas,
antes de mí
tú ya ganabas,
tú ya perdías,
tú ya pensabas
que te estorbaba
la virtud,
claro que sí
¿quién lo diría?
antes de mí
ya estabas tú.

Joaquín Sabina. Después, invierno 2004

Thursday, October 19, 2006

SI, PERO...

SI, los concursos de belleza (léase reciente certamen Miss/ Mister España) no tienen ningún contenido didáctico, cultural, informativo, o vocablos que se puedan asemejar.
SI, no son más que un desfile de cuerpos sufridamente delgados, perfecto canon de belleza actual, que fomentan el culto extremo al cuerpo y sus consecuentes y peligrosos trastornos alimenticios (léase bulimia- anorexia).
SI, son programas que forman parte de la basura televisiva que invade la pequeña pantalla y que tiene como principal (¿y único?) objetivo que la cadena televisiva de turno y empresas colindantes agarren una buena tajada económica. Todo a base de que, nosotros, su audiencia, veamos durante más tiempo el culo de Eduardo Noriega en el anuncio de Sweeps que los de las misses en la pasarela (que eran los que supuestamente pretendíamos ver...y criticar).
PERO, porqué tú, lector crítico, te sientas delante del televisor a disfrutar de ese desfile de carne económicamente rentable.
PERO, porqué entonces, la gala de este año fue el programa más visto de la jornada con más de tres millones de espectadores. Y en el 2005 lo siguieron casi los mismos tres millones de españolitos y dos años atrás se sumaron un millón más al espectáculo.
PERO, porqué razón tú tampoco te libras de opinar quién es la más “guapa”. Y peor aún, esperas impacientemente que la decisión final (con tongo o sin él), te convierta en el vencedor de la apuesta.
Día siguiente del dichoso certamen: oleadas de críticas; asociaciones, organizaciones y todo tipo de unión de personas con cierto grado de feminismo corporal escandalizadas; miembros del jurado, presidente, patrocinador y demás implicados jurando y perjurando la trasparencia y legalidad de las votaciones (¡pura democracia vamos!); y una joven muy joven sonriendo y sujetándose la corona en las páginas e imágenes de todos los medios del país.
Sólo me queda felicitar a aquellos que se sentaron en el sillón la fatídica noche y, sin un mínimo temblor de dedo, presionaron el uno en el mando para disfrutar en la cadena pública del film “El gran golpe”. Y nunca mejor dicho. Golpe de efecto diría yo.

ESPECIE HUMANA LECTORA

Me paso unas dos horas al día montada en los transportes públicos de la capital. En ocasiones, a últimas horas de la tarde, cuando mi cuerpo se agota por el ajetreo de la gran ciudad, cierro los ojos y descanso. Son 10 o 15 minutos, no muchos, pero los suficientes como para sentirme reconfortada. Pero en otras ocasiones me dedico a observar. Observo y pienso. Como un sociólogo inmerso en una tribu africana, analizo movimientos, reacciones, miradas, actos generalizados y otros no tanto.
El metro en muchas ocasiones se convierte en un salón de lectura. Vagones repletos de gente que, de pie o sentada, se apresura a sacar su libro, bien sea del bolso, de una mochila o de un cuidada bolsa de plástico de una tienda de ropa cara. Nada más entrar por las puertas del vagón buscan un hueco donde acomodarse, haya mucha o poca gente, y abren las páginas del libro para ensimismarse en su lectura con una rapidez que sinceramente admiro.
Yo les observo, y observo sus libros. Clásicos de la literatura y últimas novedades. Discursos de filósofos y algunas biografías. En contadas ocasiones los lectores viajeros saltan a la novela en inglés. Entonces me desconciertan porque consiguen crear en mi la duda de si son extranjeros o españoles bilingües. Y me centro en sus rasgos físicos con detenimiento.
El lector más común es de mediana edad, unos treinta o cuarenta años, con aires de clase media-baja. Pero como todas las generalizaciones, no es la única especie humana lectora que se puede encontrar. A mi me produce especial satisfacción e interés toparme con un obrero, de los de mono azul y zapatos llenos de polvo, con Oliver Twist de Dickens bajo el brazo. O admiro a la trabajadora treintañera que es capaz de cargar cada mañana con las 565 páginas de la exitosa novela de Ruiz Zafón, La Sombra del Viento.
Hace un par de semanas encontré a una especie lectora de las de colección: un niño. En una esquina, sentado en el suelo y tragado por la masa humana que devoraba el espacio, él pasaba desapercibido. Y seguramente todos nosotros también pasábamos desapercibidos para él. Leía con intensidad, centraba su mirada en cada palabra y devoraba páginas. Cuando terminaba una, sonreía levemente, como quién gana una batalla, y rápidamente pasaba a la siguiente. Estaba disfrutando, y hacía disfrutar a quién le observaba.
Nunca he contado el número de viajeros de la especie lectora, no me interesa la cantidad. A quién diga que los españoles cada vez leemos menos, no se lo negaré, pero le diré que, el club de los lectores, en éste, mi país, está formado por miembros de una exquisita calidad. Denominación de origen.

Friday, October 13, 2006

RITORNO

Un ritorno, una idea, un blog.

Comenzamos sin un cómo ni un por qué.